¿Desde qué óptica entendemos que George Floyd muriera por asfixia provocada por un policía blanco, quien tras esposarlo y ponerlo boca abajo con la ayuda de dos agentes, presionó su cuello contra el pavimento, con su rodilla, durante 8 minutos y 46 segundos, mientras Floyd repetía varias veces que no podía respirar? ¿Significa que aceptamos este tipo de actos como un comportamiento humano normal? Si el racismo no es una enfermedad, ¿por qué es tan difícil lograr que las personas extremadamente racistas cambien de opinión?
Las búsquedas en Google de la frase “el racismo es una enfermedad mental” se han disparado a un nivel abismal en la última década, opinión que ha sido compartida en Twitter, indicando que si alguien tiene la creencia de que dos personas no son semejantes debido a su aspecto, significa que el cerebro de ese individuo no funciona correctamente.
Durante el Show de Oprah Winfrey, en 1992, la educadora estadounidense Jane Elliot, famosa por su método de enseñanza ‘Ojos azules/ojos marrones’ que evidenciaba comportamientos racistas, concluyó que “el racismo es una enfermedad mental. Si juzgas a otras personas por el color de su piel, tienes un problema mental. No estás lidiando bien con la realidad”. Y justamente, este criterio ha sido viralizado en redes sociales para apoyar las protestas del movimiento social afroestadounidense ‘Black Lives Matter’ (Las vidas negras importan).
Sin embargo, los estudiosos de la discapacidad y salud mental rechazan esta tesis, pues según ellos tú eliges tener un comportamiento racista, mientras que tú no escoges afrontar en tu vida males como depresión, ansiedad, trastorno bipolar y la esquizofrenia. Pero, en 1969, un grupo de prominentes psiquiatras negros solicitó a la Asociación Americana de Psiquiatría que agregara la “intolerancia extrema” al Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, o DSM, ahora en su quinta edición, petición que fue rechazada, argumentando que el racismo estaba tan extendido que era un problema cultural. En otras palabras, el racismo es demasiado común para ser una enfermedad.
Según el psiquiatra Alvin Poussaint, el problema está relacionado con el delirio. “No importa qué le digas a una persona que está delirando —que su sistema de creencias no tiene sentido y es irracional—, seguirá sintiendo que las personas negras son inferiores, sin importar cuáles sean tus argumentos, eso es un delirio. Es un sistema de creencias fijo”.
En cambio, Danielle Jackson, residente general de psiquiatría y salud del comportamiento en la Universidad de Yale, especializada en racismo estructural y equidad en salud, opinó que “volver al racismo un diagnóstico médico solo serviría para proporcionar una muleta a alguien que ha cometido un delito (…) No creo que llamar al racismo una enfermedad mental nos dé acceso a una mayor cantidad de herramientas para eliminarlo”.
Pero, ¿qué hay de los efectos perjudiciales que genera el racismo en las personas que lo reciben? En un ensayo publicado en la revista Vogue, la psicóloga Samantha Rennalls escribió que “el trauma racial afecta el cuerpo y el alma de las personas negras”.
Jenniffer Rodríguez