Dos semanas han pasado desde la Masacre de Tlatelolco. México es sede de los Juegos Olímpicos y todavía el aire conserva el aroma a sangre, sudor y lágrimas de centenares de estudiantes y personas que fueron testigos directos de la brutalidad del poder político hegemónico. Las sombras de los asesinatos de Martin Luther King Jr. y Bobby Kennedy cubren a los Estados Unidos de América como recordatorio de que la tan ansiada paz entre personas pareciera ser una utopía perogrullada.Muhammad Ali entierra para siempre a Cassius Clay cuando se niega a enlistarse en el ejército y espera, paciente y angustiado, poder volver al cuadrilátero. En Vietnam, el napalm explota y mata a miles de personas, los soldados estadounidenses se drogan para imaginar su hogar y asesinan indiscriminadamente a miles por órdenes del Tío Sam.
En 1966, Huey P. Newton y Bobby Seale fundan el Partido Pantera Negra, organización política de izquierda revolucionaria. La autodefensa como derecho legítimo ante un ataque es su principal consigna. Como la pantera negra, únicamente atacan cuando su vida corre peligro. De la organización destacan figuras como la filósofa Angela Davis, Afeni Shakur (madre del rapero Tupac Amaru Shakur) o NileRodgers, guitarrista de la agrupación disco Chic. Para una gran parte de la población negra en EEUU, las Panteras Negras responden a su clamor de ser tratados como seres humanos: en dignidad, libertad y con respeto. Se los identifica por su swagestético, portando con orgullo el color negro en boinas, chamarras y guantes. El puño alzado en señal de lucha es su identificativo más fuerte, y por el que muchos, aún en nuestros días, consideramos un símbolo de rebelión y justicia.
En la mañana del 16 de octubre de 1968, Tommie Smith y John Carlos, velocistas de la selección olímpica estadounidense de atletismo, se preparan para la competencia de los 200 metros planos. Reconocen la importancia de estos juegos olímpicos por ser los primeros en ser transmitidos por televisión a nivel mundial, es decir, la plataforma que se presenta es ideal para lo que, en sus mentes, desean conseguir y realizar. Ni el salto de longitud de Bob Beamon, ni la nueva técnica de salto de altura ideada por Dick Fusbury podrán opacar lo que Smith y Carlos lograrán. Más allá de la gloria olímpica, la conquista personal de los atletas afroestadounidenses trascendería y los inmortalizaría como figuras clave en la visibilización de la lucha por los derechos civiles en EEUU. Terminada la prueba de los 200 metros, Smith y Carlos consiguen las medallas de oro y bronce respectivamente. Peter Norman, representante de Australia, consigue la medalla de plata.
Finalizada la prueba, ambos atletas se acercan al podio a recibir sus respectivas condecoraciones, pero llama la atención su presentación para recibirlos. Ambos van sin zapatos, caminando únicamente en medias negras, simbolizando la pobreza de la gente negra. Smith lleva puesto una bufanda negra, en representación del orgullo negro. Carlos decide utilizar su chompa abierta como un gesto de solidaridad con los trabajadores estadounidenses y lleva puesto un collar de cuentas en memoria de todas aquellas personas víctimas de violencia racial. Norman, partidario también de los ideales de igualdad entre seres humanos, al igual que Carlos y Smith, lleva puesto un botón del Proyecto Olímpico por los Derechos Humanos, ideado por el sociólogo Harry Edwards, para protestar contra el racismo en los deportes.
Al estar los tres deportistas en el podio, Smith y Carlos realizan uno de los gestos deportivos más importantes de la historia: al sonar el himno nacional estadounidense, a manera de protesta contra la violencia racial en su país, levantan su puño enguantado al aire y agachan su cabeza permaneciendo en silencio. Norman acompaña a sus compañeros atletas de igual forma: en silencio. John Dominis captura el momento y su fotografía pasa a convertirse en una de las fotografías más emblemáticas de la historia y del deporte del siglo XX. A pesar de los abucheos de la gente, de las repercusiones negativas que los tres atletas tendrían a futuro por este gesto de parte de sus países y del comité olímpico de la época, la historia los redime y los recuerda como uno de los ejemplos más sobresalientes de la fortaleza del espíritu humano por sobre el odio y el prejuicio. ALL POWER TO THE PEOPLE!
Por Sebastián Vera
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