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  • Dom. Sep 15th, 2024

Telly y Mateo Kingman

El escándalo y la desazón, tanto en Kids (1995) -película dirigida por Larry Clark, con guión de Harmony Korine y producida por Gus Van Sant- como en el testimonio de Ana Cristina Barragán, cineasta ecuatoriana, van de la mano. Decidí utilizar al personaje de Telly (Leo Fitzpatrick) para realizar un paralelismo en cuanto al accionar violento de Mateo Kingman con sus ex parejas y como su pronunciamiento de la noche del 10 de diciembre de 2020 no puede reparar sus acciones.

Aunque tenga 16 años, el personaje de Telly, desde el inicio de la cinta, puede ser catalogado en las palabras de Ana Cristina Barragán en su post del 9 de diciembre de 2020 al describir la personalidad de Kingman: “un mitómano extremadamente manipulador y hábil que ha construido un personaje casi infranqueable para sí mismo”. Ambos hombres, a pesar de la diferencia de edades (Kingman cuenta con 29 años actualmente), entran en la imagen normalizada, el reverso incómodo, sobre la masculinidad: violentamente impune y loada por otras personas que ven como ejemplar y admirable sus relaciones abusivas con las mujeres.

Telly y su amigo Casper (Justin Pierce) repasan las conquistas sexuales del primero como en una lista de mercado: esto ya lo tengo; esto todavía no, pero ya mismo; y esto debo tenerlo. La cosificación se valida puesto que las conquistas sexuales se perciben como trofeos, victorias personales. A mi mente vuelven las palabras del personaje de No-Ticias, Charly Mejía, al referirse a la música de Kingman durante un reportaje: “Es, ante todo, respeto”. Barragán relata en su testimonio que: “Mateo K. contaba siempre que había hecho una lista de mujeres en Quito para tener relaciones sexuales con ellas, por venganza, para luego dejarlas “en visto” y que se sintieran desaprobadas”.

En el pronunciamiento de Kingman, este menciona lo siguiente: “Como hombres fuimos educados en un entorno social que nos valida a partir del machismo, comentarios violentos contra mujeres, y el maltrato a nuestras parejas”. En una de las escenas en las que Telly llega al departamento de uno de sus dealers/amigos y en el que se encuentran con varios otros chicos, surgen conversaciones que, hasta el día de hoy, priman en diálogos entre hombres: descalificación a la figura femenina, comentarios sexualmente ofensivos, referencias negativas hacia el cuerpo de la mujer, y en particular un prejuicio asociado a la concepción de una “mujer obediente”: esta no puede disfrutar del sexo. ¿Cuántas de estas conversaciones habrá tenido Mateo Kingman? ¿En cuántas conversaciones, nosotros hombres, hemos participado y todavía sostenemos?

“Me impresiona su inteligencia narcisista para pasar de ser un agresor misógino a un hombre deconstruido, sin atravesar las consecuencias de sus actos, repitiendo discursos feministas, mintiendo de nuevo”. Telly, cuando habla sobre sus métodos para desvirgar, les dice a sus amigos que: “Hay que ir despacio, persuadirlas. Les gusta lento y romántico”. Y es que varios hombres pueden ocultar sus reales intenciones en acciones disfrazadas de cariño y empatía. En esto, Kingman y Telly son similares: lo que les mueve para mantener relaciones sexuales con mujeres es su egoísmo, su satisfacción individual, sin importar el daño que se pueda hacer hacia una persona, y en el caso de ambos, a varias mujeres.

Aquí un paréntesis para mencionar algo que, entre todas las acciones aborrecibles por parte de ambos personajes, se debe rescatar y visibilizar: el apoyo entre mujeres, la sororidad. Tanto Jennie (Chloë Sevigny) como Ana Cristina se encuentran rodeadas por mujeres con las que pueden sentirse respaldadas, escuchadas, queridas, consoladas, apoyadas; aunque al inicio de sus odiseas personales, el daño solo pueda experimentarse en lo personal, guardando silencio con la familia y amigos por temor a ser señaladas de maneras negativas. No falta ver en redes sociales comentarios del tipo: “Ella se lo buscó”, “¿De qué se queja?”, “Las feminazis no están listas para ninguna conversación”.

Las enfermedades de transmisión sexual no deben tomarse a la ligera. Telly, sin saberlo, por su propia ignorancia y por su interés sexual superfluo e individual, infectó a varias mujeres de VIH (en la película se utiliza esta enfermedad en particular para concientizar de cierta forma, según la crítica de Roger Ebert del 28 de julio de 1995, sobre el sexo seguro). En el caso de Kingman, su ETS no tuvo esa gravedad; sin embargo, el hongo (candida albincans) que contagió, no solo a Ana Cristina, sino a varias mujeres con las que tuvo contacto sexual, tuvo secuelas graves en sus cuerpos y mentes.

En Telly y Kingman se nos presenta la importancia de la crítica a la cultura y del pensamiento crítico, en palabras de Bell Hooks, por el poder que tiene en nuestro día a día, por ser el lugar donde se encuentra la pedagogía y donde el aprendizaje reside. Existe un vínculo directo entre las representaciones y cómo vivimos nuestro día a día, en nuestras decisiones y en nuestro pensamiento. Y para finalizar, algo en extremo obvio, casi perogrullado, pero necesario de repetir, hasta el hartazgo de ser necesario: LA VÍCTIMA NO TIENE LA CULPA. EL CULPABLE SIEMPRE SERÁ AQUEL QUE EJERZA Y ACTÚE CON VIOLENCIA. EL PERIODISMO DEBE ESTAR SIEMPRE DEL LADO DE QUIENES SUFREN VIOLENCIA.

Por Sebastián Vera

En mis redes: @sebis_vera

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