De un tiempo a esta parte, el concepto de libertad de expresión se ha visto trastocado, pensar que libertad de expresión es sinónimo de libertad de agresión, no solo es un pensamiento equivoco sino irracional.
Si bien la libertad de expresión es un derecho, su ejercicio no solo implica su exigencia y aplicación, sino además obligaciones y límites, como el respecto irrestricto a la dignidad de las personas, lo que en otras palabras quiere decir que mi pensamiento es libre, sin embargo “mi libertad y derechos terminan donde comienzan las libertades y derechos de los demás.”
En ese contexto, a mi modo de ver, la forma de hacer política en el país, desafortunadamente ha sido el caldo de cultivo para esta interpretación antojadiza de libertad de expresión, lo que se evidencia (por dar un ejemplo) en cómo ha sido manejado el actual proceso electoral.
Los constantes ataques y descalificaciones al adversario, han profundizado el ejercicio de la agresión contra quien piensa diferente, utilizando principalmente las redes sociales y medios de comunicación para ese cometido, en un burdo intento de implantar un pensamiento único, que fue lo que justamente le critican a su adversario político.
El pensar diferente, expresar una opinión propia, compartir un criterio político afin a una determinada tendencia ideológica, entender la responsabilidad social y el derecho a la educación como responsabilidades del Estado, en lugar de ser visto como una forma de ejercicio democrático de la política, es motivo de descalificación inmediata, convirtiéndose en un estigma para quien se reconoce partidario de una determinada tendencia ideológica.
Quienes asumen la libertad de expresión y la libertad de agresión como sinónimos “tienen como premisa la impunidad para menospreciar, insultar, degradar, promover prejuicios, burlarse y humillar para intimidar, ridiculizar, acosar y hostigara quienes no comparten su opinión”.
Es hora de recuperar el verdadero sentido de la libertad de expresión, el diálogo con argumentos, es el mejor camino para intercambiar, defender ideas y resolver conflictos, exijamos sin temor respeto a la diferencia de pensamiento sin caer en la provocación de las agresiones de quienes se sienten impunes ocupándola a diario.
Por: María Fernanda Carrión
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