Es difícil traer consigo maldiciones impuestas por la palabrería, ciertas cábalas estadísticas, y la envidia generada por egos vanos. Se crea una mística popular, casi incorruptible e impuesta a manera de ley divina para aquellos que ven lugares, personas y números como señales indiscutibles de terror y derrota anticipada. En lo psicológico, quienes son las supuestas víctimas de la macumba palabrera, no pueden quitarse del corazón esa Moira que aprieta los latidos para destinarlos al fracaso.
Por deudas del equipo con el jugador, el camerunés CyrilMakanaky maldijo al equipo canario (lo que fue desmentido por el propio jugador) y, desde que el Estadio Casa Blanca fue inaugurado el 6 de marzo de 1997, Barcelona Sporting Club nunca pudo ganarle a la Liga Deportiva Universitaria de Quitoen su cancha…hasta el día de ayer. Javier Burrai, arquero del equipo canario, fue el talismán que quebró para siempre la victoria alba sobre los toreros. La conquista inalcanzable sobre los azucenas fue lograda por los amarillos con el Campeonato de la Serie A del Fútbol Ecuatoriano 2020.
Atrás quedaron los goles de Bieler, Urrutia, Cevallos Jr, Reasco, Ambrossi, Hurtado y Salas; se borró el alargue de 12 minutos de Byron Moreno el 8 de septiembre del 2002 cuando fuimos testigos de su impávida corrupción; se hermanaron el Tin Delgado y Zubeldía después de tanta pendejada clasiquera; el Chinto Espinoza y Alexander Domínguez se sacaron los guantes y los colgaron en la portería; Banguera y Pepe Pancho, en las manos de Burrai, lograron lo imposible. “Fue mi viejo” dijo Javier Burrai en la celebración del título 16.
Oscar Burrai, en los guantes y las manos de su hijo, en la lluvia que caía sobre el césped de Ponciano, derrotó finalmente al fantasma blanco. Guayaquil, a pesar de las imposiciones por la pandemia, estalló en júbilo; para mala fortuna de toda la hinchada, se sumaron las asquerosas víboras del poder en su celebración como Bucaram, Nebot, Viteri y tanta lacra oportunista. Y aunque al alzar la copa se apagaron las luces del lado occidental en el Rodrigo Paz Delgado, el Ídolo, el Coloso de América, brillaba como el sol, a contraluz.Al borde del abismo, en la muerte de JJ, y en dos fallidos fines del mundo (2012 y 2020), como siempre: SOLO NOS QUEDA BARCELONA, SOLO NOS QUEDA BARCELONA.
Por Sebastián Vera
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