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  • Dom. Dic 3rd, 2023

“Disciplina, valor y lealtad” es un lema presto a interpretaciones ambiguas, en su mayoría ortodoxas, y que para muchos quienes graban esas tres palabras a punta de castigos, golpes, gritos -la supuesta disciplina-; que prueban su espíritu en incursiones arbitrarias o, de ser reglamentarias, abusando usualmente de su poder -el valor-; en defensa de los altos intereses de la Patria, que por lo general son los de un reducido grupo de sátrapas -la lealtad-; se convierten en el Orden y la Seguridad Social que profesan y practican durante el día a día de su trabajo como agentes de la ley, como policías.

¿De qué nos protege la policía? Los medios y la cultura popular nos dicen que de los crímenes, de la injusticia y que su trabajo es loable siempre porque están al acecho de los “chicos malos”; sin embargo, aquello representa una parte ínfima de lo que significa el trabajo policial, que para muchos ciudadanos, en ocasiones, simplemente es una fantasía justificada para su accionar diario. Su imagen de profesionalismo está avalada por los peores representantes públicos (llámese presidente, ministros, alcaldes, gobernadores, asambleístas o concejales), quienes para sostener su confianza, invierten en las fuerzas del orden para que no cese su apoyo o realizan proyectos de ley para justificar el uso de la fuerza letal en futuras reprimendas al siempre rebelde pueblo.

¿Representan la voluntad de todo un pueblo? Definitivamente no, empero, quienes la combatan (en la figura de la Policía Nacional) serán tildados de vándalos, terroristas, desestabilizadores. ¿Violan sus propios principios al defender el poder hegemónico? Definitivamente sí, aunque para esto son respaldados por un sistema legal sin evaluación crítica, que apela a la ceguera de la justicia para justificar cualquier evento o accionar que represente un combate contra “los malos”, caracterización ambigua para quienes resultan un problema para el/la gobernante de turno. ¿Cuál es el real papel de la policía en la sociedad? Perpetúan un sistema de control que tiene como base la desigualdad, y para que esta continúe siendo ley y realidad, se encargan de suprimir cualquier movimiento social contrario al sistema que defienden.

Los policías son la representación y la primera presentación del aparato coercitivo del Estado hacia los ciudadanos, pero crean una imagen diferente para pasar por alto esto. Los policías se creen justicieros a la usanza del Juez Dredd en los comics de John Wagner y Carlos Ezquerra; otros, se sienten atrapados en un videojuego, a lo Call Of Duty o Soldier Of Fortune, en el que su misión principal es atávica, de defensa de aquello para lo que fueron ideados, construidos, armados: el orden hegemónico, a toda costa; algunos se creen Robocop, armados con tecnología de punta y hackeados para ser una fina máquina asesina, con un atisbo de alma humana; pocos se formaron para replicar a un Serpico o un Jake Hoyt, puesto que, para entrar en el juego del poder institucional, deben envilecerse, a lo Lieutenant o Alonzo Harris; todos creen ser superpolicías a lo Jackie Chan, Tango y Cash, Starsky y Hutch o Axel Foley, y en su imaginación creen serlo.

En mis redes sociales formulé la siguiente interrogante: Cuando escuchan o ven la palabra policía, ¿qué ideas se les viene a la mente? Aquí las respuestas (en su mayoría contestada por mujeres): Asalto, bombas, cerdos, prepotencia, mierdas violentas, la canción “Gimme The Power” de Molotov, miedo, ignorancia, opresión, matones a sueldo, gente sin escrúpulos, machismo, falta de capacitación, abuso de poder, miserables, profesión que tiene sueldo fijo y seguro, infieles, cachudos, asesinos, la canción “Orden Superior” de Jaime Guevara, la canción “Fuck The Police” de N.W.A, la mentira del “uso progresivo de la fuerza”, el falso apego a la ley que en su mayoría termina en coimas, desconfianza, abuso, mujeriegos, corrupción y robo, obediencia ciega, cobardía, ineptos, incapaces, persona que ignora todo lo que significa la policía y forma parte de ella para tener un trabajo estable…un ser humano.

¿Podría la policía articularse a favor de políticas de seguridad que respeten los derechos y que respondan a las necesidades de la población en general? Sí, y esto requiere tanto de evaluaciones internas como externas basadas en los reclamos civiles de eficiencia, control de la corrupción y contra el abuso de poder, en todas sus formas. Sus reformas institucionales deben plantearse en base a la transparencia y su profesionalización, a la seguridad de la población, la cual debe ser evaluada no solo por el Ministerio de Gobierno, la Asamblea Nacional y la Policía Nacional, sino también por los gobiernos locales, ONGs y diversos sectores de la sociedad civil.

El aumento de poder a la policía está ligado a crisis políticas y económicas, dentro de la idea de “ley y orden” para preservar el sistema actual, que se sustenta en la vigilancia intensiva y el encarcelamiento masivo, consecuencias directas del desempleo y la pobreza, avaladas por el gobierno y sus mecanismos legales para criminalizar a grandes sectores de la población. La preocupación de la policía en cuanto a control del delito y seguridad pública no encuentra en sus métodos una respuesta idónea, debido a que responden a posibles o futuras convulsiones políticas y sociales.

Tampoco podemos dejar pasar por alto el sistema de justicia penal que protege a ricos y poderosos -quienes son los reales  responsables de los problemas y conflictos de raíz en nuestro país- y utiliza de manera desproporcionada el poder policíaco hacia el Pueblo, en base a prejuicios de clase y color de piel. Sin políticas sociales creadas en contra de la desigualdad, con un sistema penal represivo, la cultura del miedo acentúa el uso “justificado” de la violencia y convierte al control policial en un “mal necesario”, una guerra contra los pobres, lo cual debilita a las comunidades y no hace nada por la seguridad de las personas. Proteger y servir al Pueblo, no a los intereses de un reducido grupo de poder.

Por Sebastián Vera

En mis redes: @sebis_vera

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