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Migrar: difícil decisión en tiempos de crisis.

PorMaría Fernanda Carrión

Ago 11, 2021

La migración de ecuatorianos con fines laborales, no es un fenómeno nuevo, ha evolucionado en perfecta armonía con el colapso económico que ha vivido el país; y está ligado además a la inexistencia de políticas públicas para asegurar a la población condiciones mínimas de estabilidad económica y política.

Un claro ejemplo de lo que en términos migratorios provoca una crisis económica fue la crisis  suscitada en 1999 producto de la debacle bancaria. La emigración masiva, que vivió el país, ocasionó que hasta 2004 casi un millón de ecuatorianos saliera del país buscando nuevas oportunidades, en destinos como EEUU, España, e Italia.

La ola migratoria de 1999 evidenció entre otras cosas, las condiciones en las que los ecuatorianos decidieron salir del país, prefiriendo arriesgarse a cruzar de forma irregular las fronteras en manos de los llamados “coyotes” o permanecer en otro país sin visa,  a seguir en un país en el que no encontraban oportunidades laborales para afrontar la crisis.

Además rompió con los mitos que relacionaban a la migración con los sectores sociales más vulnerables, transparentando que el proceso migratorio se da tanto en el sector rural como en el urbano, desterrando la idea de que las personas que migran pertenecen exclusivamente a determinados segmentos sociales, demostró que la crisis económica afectó a todos los ciudadanos y que quienes decidieron salir, no solo fueron personas sin estudio a las que se les dificultaba encontrar plazas de empleo, sino que también migraron personas con estudios universitarios y profesionales con años de experiencia, que vieron  en la migración la  alternativa para subsistir.

Más de veinte años después, la nueva crisis económica que se vive en Ecuador, ha vuelto a poner el foco en la difícil decisión de migrar, a la que sean visto orillados muchos ecuatorianos. La publicación de noticias referentes al cruce irregular de la frontera entre México y EEUU por parte de ecuatorianos, ha vuelto a ser una constate en lo que va de este año, lo que nos recuerda la inexistencia de políticas públicas orientadas a evitar éxodos masivos de ecuatorianos, como parte de la responsabilidad del Estado de velar por sus ciudadanos.

Si bien los ecuatorianos que migraron a raíz de la crisis de 1999, fueron un pilar fundamental en la recuperación de la economía ecuatoriana, al convertirse las remesas que enviaban al país, en la segunda fuente de ingresos detrás del petróleo, ayudando con ello a apalear las dificultades, no podemos, ni siquiera pensar mucho menos aceptar que eso se pueda repitir.

Este gobierno, tiene la ventaja de que lleva poco tiempo en el poder y  la obligación de enfocarse en establecer políticas públicas, que favorezcan la economía de la mayoría de ecuatorianos, para entre otras cosas desincentivar la migración. La forma de hacerlo será lo que marque la diferencia o profundice la crisis.

Para ello las autoridades de turno deben entender al Estado desde la lógica de lo público,  y con ello quiero decir que deben pensar en una planificación estatal a largo plazo que contemple inversión en temas estratégico como educación  salud e innovación tecnológica potencie y diversifique la matriz productiva del país, apoye a los productores nacionales, y  genere fuentes de empleo digno, con lo que se garantice a los  ciudadanos condiciones básicas de subsistencia, para que los ecuatorianos no se vean obligados a migrar.  

Necesitamos un Estado con verdadera visión social, en el que las decisiones que tomen las autoridades sean pensadas en pro del país y no en función de cálculos políticos. Necesitamos una visión de Estado  y de gobierno en el que se entienda que la inversión  en y para los ciudadanos es la mejor política pública y no al contrario, que las medidas de ahorro no se pueden dar a costa del bienestar de su pueblo.

El gobierno actual debe entender más allá de las tendencias políticas, que la razón de ser del Estado son los ciudadanos y que  su misión es estar a su servicio. No ser un Estado del cual se sirva la clase política y sus aliados, es el desafío.

Por María Fernanda Carrión

Twitter: @mariafercm

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