Hoy estamos destrozados, la oportunidad más grande para hacer historia fue tirada a la basura.
Tengo tantos adjetivos que no sé por cual comenzar; Conformistas, quemeimportistas pero sobre todo uno que me retumba en la cabeza… mediocres. Y no me refiero a los jugadores, quizás ellos al final no tuvieron toda la culpa, me refiero a nosostros, los hinchas, periodistas, dirigentes y hasta opinólogos de las redes. El problema no es fracasar, el problema es acostumbrarse a fracasar, tanto que ya lo tomamos como normal. No sé si me da más coraje haber sido eliminados o solapar esa eliminación con las típicas frases de siempre “se hizo lo que se pudo”, “lo dieron todo”, “arriba el ánimo, para la siguiente será”.
¡Nos vendieron la idea de que somos el equipo de las utopías y que debemos soñar! ¿Soñar? Llevo toda mi vida soñando, ya no quiero soñar, quiero hacer realidad lo que soñé toda esa vida.
Nos superaremos futbolísticamente el día que tomemos las victorias como son, pero sobre todo las derrotas como son, un fracaso. Nos superaremos futbolísticamente el día en que el país esté por encima de la promoción de jugadores, el día en que el país sea más importante que poner a alguien en cancha para subirle la cotización.
Hoy fue un latigazo a nuestro ego, ese ego que creció hasta la punta del Cotopaxi sin razones justificadas. Nos bajaron a una realidad que duele, que quema, hoy más que nunca quema porque no fuimos eso que decían, porque lo que vimos fue solamente un espejismo llamado Ecuador.
Leí por ahí que decían “gracias”… ¿Gracias de qué? ¿Por eliminarse? ¿Por participar? ¿Por cantar el himno? Que yo sepa no hicimos nada extraordinario, no pasó nada que no haya pasado antes, ni siquiera clasificamos a octavos de final como en el 2006.
¿Pero por qué duele tanto? Duele porque teníamos un equipo con grandes jugadores, quizás el mejor equipo hombre por hombre de toda la historia de nuestro fútbol. Fuimos un Ferrari conducido por un chofer de moto taxi que no supo meterle la cuarta cuando lo necesitaba.
Esta historia ya me la conozco, ya la he vivido muchas veces y cada vez duele más. Adiós Qatar, adiós ilusión, nos vemos en el mundial del 2026 si estamos vivos o si las pandemias y las guerras lo permiten.
Por: @cholucon